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Y usted que lo vea

televisión

Adiós amigo.

Hacía tiempo que, por distintos motivos, no veía Días de cine. El programa sobre el séptimo arte que más he disfrutado durante años. Probablemente en toda mi vida de telespectador.

Pero, viéndolo ahora mismo, mientras escribo esta entrada, me he acordado de que uno de los motivos fundamentales por los que me gustaba tanto este programa, ya no está en él. El señor Antonio Gasset , que se ha jubilado.

Ahora es Cayetana (se está hinchado a hacer programas en la 2 esta chica) quien presenta este gran programa. Y aunque ella sabe que tiene que cambiar de registro, que no debe intentar imitar al maestro, la verdad es que se echa de menos a Antonio.

No es que el programa haya dejado de ser bueno. Los reportajes siguen siendo de lo mejor de la tele. Como esos tan grandes repasos temáticos a la historia del cine. Ejemplo, ahora mismo que han comenzado a hablar de Los Crímines de Oxford de Alex de la Iglesia, que va de matemáticos, se han marcado un genial repaso a las matemáticas en el celuloide.

Pero, a pesar de todo, cómo añoro esos comentarios, esa presencia cómoda y descarada, ese presentar un programa como lo harías desde el sillón de tu casa. Como lo harías hablándole a un amigo.

Unas pequeñas muestras.

 

 

 

 

Y su despedida. Genio y figura.

Yo siempre le tendré cariño.

 

Autobombo

Sí, ya sé que está feo hablar de uno mismo.

Pero es que he estado buceando por youtube y he vuelto a ver este episodio de los Batasunnis que escribimos el año pasado.

Un par de muñecos de la izquierda abertzale por Madrid.

La verdad es que nos quedó divertido. Y doble nada menos.

Primera parte.

 

Segunda parte.


Voz irritante.

No es la primera vez ni será la última. Pero la campaña publicitario con la que nos viene bombardeando Vodafone a lo largo de las Navidades tiene una voz que me irrita sobre manera.

La cosa es que se promociona una tarifa X y los publicistas, interesados ellos en llegar a un público joven, deciden que lo mejor es que la voz que locute el mensaje tenga este exasperante tono entre pasota-hiphopero y simplemente desganado que me hace no sólo no desear contratar el servicio ofrecido, si no también pegarle un tiro a la pantalla de mi televisor.

¿Soy el único al que le saca de sus casillas?

Por favor, hagan anuncios mejores. Así, ya que nos tienen que mutilar nuestros programas favoritos, por lo menos que no nos duela como una patada en la dentadura.

Pa fliparlo en esperanto.

Cómo es la era digital...

Navegando por Youtube he descubierto este sketch que hicimos en Vaya Semanita . Lo acojonante es que alguien se ha tomado la molestia de subtitularlo en esperanto .

Desde luego, estos tiempos modernos que nos permiten disfrutar de estos pequeños momentos bizarros...


Mundo viejuno

Bueno, que se note que he aprendido a meter videos en el blog.

Gibraltar español. Dedicado a mi compañero Aitor Eneriz, grandísimo fans de esta canción.(Ya sé que es solo un fragmento, pero no encuentro la actuación entera) Atentos a la rabia con la que canta la letra. Dios, cómo lo vive el hombre.

 

 


La vida de Homer en un suspiro.

Como siempre, qué grandes son.

Impresionante video de Los Simpson donde parodian a aquel tipo que se hizo una foto durante treinta años y luego hizo un montaje.

Aquí la vida de Hommer.

 

Un buen casting es la mitad del trabajo.

 

Vaya por delante de lo que voy a escribir mi opinión: El síndrome de Ulises (Martes en A3) me parece la serie española más digna que he visto estrenar esta temporada. Bien es cierto que me he perdido Herederos y la (al parecer) más que decente Desaparecida. En cualquier caso creo que es superior a Cuestión de Sexo o Gominolas y por bastante.

La serie tiene una factura decente, un actor principal que se desnuda demasiado pero que me parece una sorpresa para lo que yo esperaba y una narración tirando a cinematográfica en algún momento que se agradece.

En cuanto al guión, no es lo mejor que he visto pero mantiene el tipo dignamente. Sobre todo teniendo en cuenta que esta serie debería durar 30 minutos pero, por las jodidas políticas de las cadenas españolas con el prime time, tienen que alargar los capítulos hasta los 45 o más. O sea que la serie se resiente muy mucho en su ritmo por este motivo.

Anyway. De lo que quería hablar era de lo que me parece el mayor acierto de la serie. El casting.

Ya he hablado de MAM (qué peazo nombre artístico tiene el chaval, se ha comido la cabeza), que me parece que no está del todo mal. El problema que tiene es que el resto del casting es tan bueno que se lo comen con patatas. Los actores que le rodean mantienen a sus personajes en todo momento y los levantan de los rasgos algo caricaturescos que parecían tener en el primer episodio. Nancho Novo, para lo poco que me gusta está correcto y Olivia Molina me parece que alcanza muy buen nivel.

Pero los mejores, sin duda, son los más secundarios. El clan gitano, empezando por actor que hace de jefe mafioso (Javier Mora ) que es un puñetero crack, es de lo mejor. Son creíbles, graciosos y para el papel tan jodido que tienen por el riesgo de caer en el tópico zafio, están de puta madre.

Además este mimo por el casting no sólo se nota en los personajes fijos. Los secundarios están muy bien buscados. La semana pasada vimos a una familia de búlgaros que realmente parecían una familia de búlgaros, y no unos inmigrantes contratados por poco dinero como figurantes, como pasaría por ejemplo en Hospital Central.

Todas las caras que salen en la serie, aunque sea para decir una frase, parecen el fruto de una búsqueda estricta y meticulosa. Y esto, que debería ser algo cotidiano en TV, pues no lo es.

El casting es lo que acaba levantando la serie. Porque ya puedes tener líneas de diálogo más ingenionas que Woody Allen, que si el actor es un madero no hay nada que hacer. Un mal actor puede hundir al mejor de los guionistas.

No sé quién es el responsable del casting de El síndrome de Ulises, pero chapeau. Sí señor.

Creo que los guionistas deberían regarle un buen jamón estas Navidades.

Mi top ten

¿Que es una puta chorrada eso de hacer listas y organizar nuestras filias o fobias en orden de importancia? Po zi. Pero mira, hoy me he despertado con el pie izquierdo y el cerebro en modo periodista cultural de periódico de provincias y me voy a currar una lista de mis series favoritas. Y así, sin ningún tipo de sonrojo (exacto, como un periodista cultural de periódico de provincias)

Va por ustedes.

1.- La top de la top. La number one por derecho propio. LOS SIMPSON.

 


 

2.- La mafia también puede ser nuestra amiga. LOS SOPRANO.

 

 

 

3.- Una serie sobre nada. SEINFELD.


 

4.- Política y un guión gigantesco. EL ALA OESTE DE LA CASA BLANCA.


 

 

5.- La mejor miniserie. La Segunda Guerra Mundial nos atrapa. HERMANOS DE SANGRE.

 


6.- La muerte nos sienta tan bien. A DOS METROS BAJO TIERRA.


 

7.- Un clásico. FRIENDS.


 

8.- Cuando el spin-off es mejor incluso que la serie que la serie original. FRASIER.

 


 

9.- Qué de noches hemos pasado viendo Alaska en la 2. DOCTOR EN ALASKA.

 


 

10.-El creador de Seinfeld repite. LARRY DAVID.


 

Bueno, estas son mi favoritas. Pero, como diría Groucho: si no le gustan tengo otras.

P.D: Perdón a todos los periodistas culturales de periódicos de provincias. Gracias por vuestro silencioso y tan necesario trabajo. In memoriam.

Key to reserva

Sí señor, qué gustazo nos han dado los de Freixenet. En vez de la tontería de las burbujas van y este año le encargan el anuncio de Martin Scorsese. Unicos requisitos: que salga la palabra reserva y una botella de cava.

Y este genio se decide por hacerle un homenaje a Hitchcock. El resultado es una puta maravilla.

Disfrutadlo. Es la versión corta.

Pinchando aquí.

La tele puede ser injusta.

La tele puede ser injusta.

Sí, amiguitos televidentes. De vez en cuando las audiencias son injustas con algunas series que merecerían estar en lo más alto de lo alto, en el top of the top (oh yeah). Problablemente el caso más flagrante de los últimos años es este pedazo de serie: Vientos de agua .

La serie, producida por Juan José Campanella (el papá de El hijo de la novia entre otras pelis) es una OBRA MAESTRA. Repito: O-B-R-A M-A-E-S-T-R-A.

Por si alguien no lo recuerda (lo que no es raro) Vientos de Agua fue emitida hace un par de años por Telecinco. Sin embargo, después de cambiar de horario ya el segundo capítulo por su baja audiencia, acabaron por emitir el tercero y retirar la serie de emisión. La excusa fue que no querían que la gente la grabase y la pirateara. Osea, que a los que nos gustaba Vientos de Agua nos teníamos que joder y comprar el DVD cuando saliera al mercado. Y eso fue lo que yo hice.

Y no me arrepentí.

¿Por qué? Pues porque Vientos de agua es una serie a la altura de la mejor ficción norteamericana. Y, a pesar de eso, tampoco triunfó en Argentina, donde también se emitió. Los motivos no consigo entenderlos, de la misma manera que sigo sin entender el éxito de Escenas de Matrimonio.

Quizá (y estoy improvisando) su fracaso se debió a que el primer capítulo (que es acojonante, ojo) es difícil de cara al espectador clásico de TV. Me explico: la gente está acostumbrada a que en televisión se lo den todo bien masticadito. Que sea algo facilón, que no requiera más atención de la necesaria mientras lees el Hola o pasas la plancha. Y claro, ver un episodio situado en los años treinta en las minas de Asturias y al mismo tiempo en la Argentina del corralito, pues como que cuesta. Y si además a Telecinco se le ocurre la brillante idea de subtitularlo (vete a saber por qué, si sólo hablan con acento) pues cágate lorito.

En cualquier caso, Vientos de Agua, que cuenta la historia de un español que emigra en la primera mitad del siglo a Argentina y la de su hijo, que años después, tiene que hacer el viaje a la inversa para ganarse las lentejas, es un historia conmovedora. Está bien escrita, excelentemente realizada, acojonantemente interpretada (qué desaprovechado ese peacho actor que es Ernesto Alterio en el cine español) y te llega a lo más hondo.

Si no lloras viendo Vientos de Agua es que no tienes corazón. Y punto.

Así que si no la has visto vete a la Fnac o a dónde más te plazca y gástate 30 eurillos en esta serie. Vale hasta el último céntimo.

 

 

 

Dexter el loco.

Dexter el loco.

El sábado por la noche vi los dos últimos episodios de Dexter, la serie de Showtime que tanto ha dado que hablar. Creo que la emiten ahora mismo en España en Fox y que Cuatro ya ha comprado los derechos.

En cuanto me enteré de qué iba la serie me entró la curiosidad. A grandes rasgos Dexter Morgan es un forense psicópata que se dedica a estudiar la sangre en los asesinatos que se producen en Miami y que, por la noche, se dedica a matar a los malos para canalizar su ansia de sangre. Sí, ya sé que dicho así suena a pura basura, pero cuando me contaron de que iba lo hicieron mejor de lo que yo lo acabo de hacer. Y después vi las primeras imágenes y ya no pude resistir la tentación.

En primer lugar porque, para no variar, es otra de esas series rodadas con una calidad que hace sonrrojarse a cualquier película yanqui ( no digamos ya española y no digamos ya serie española). Una factura acojonante. Formato cine, gran banda sonora, cojonuda fotografía. Una gozada.

En segundo lugar porque el protagonista absoluto de la serie es Michael C. Hall . Un pedazo de actor al que vimos haciendo del circunspecto homosexual David en A dos metros bajo tierra. Si en aquella serie ya me gustó, en Dexter me ha desmotrado que, cambiando completamente de registro, sigue siendo un maestro.

Aparte de esto la serie cuenta en su favor con la narración en off del propio Dexter. Una narración desde el punto de vista del psicópata que recuerdad bastante a la magnífica película American Psycho.

(Por cierto, los espectaculares títulos de crédito de Dexter y los de American Psycho (estos no he podido encontrarlos en la red, maldita sea) tienen cosillas en común)

En fin, que todas estas bazas me hicieron ver la serie. Y no me sentí defraudado, al menos en los tres o cuatro primeros capítulos.

Sin embargo luego la cosa... cómo decirlo... empezó a torcerse un poco. Sí, la trama principal era buena: Dexter versus un asesino en serie que parece jugar con él a un perverso juego privado. Sin embargo, el resto de tramas, las que incumben a los demás miembros de la comisaría de Miami, no me acababan de gustar. Me parecían, en general, gratuitas y algo carentes de interés.

Este fallo lo arrastra la serie durante sus doce episodios. Las tramas secundarias son floja, a veces innecesarias y otra veves incluso gratuitas. Está claro que el peso recae en la principal y parece que las demás se han descuidado.

Pero mi decepción fue creciendo cuando me di cuenta de que también la trama principal flojeaba a partir del sexto o séptimo episodio. Entendedme: no es que se caiga, es que hay cosas que empiezan a chirriar. Y esta sensación, en vez de corregirse, aumenta y aumenta hasta el punto que las dos grandes sorpresas finales de la serie (que podrían resumirse en una: ¿quién es el asesino con le que juega Dexter. No diré más) se las huele uno bastante antes de lo que debería.

Mención aparte merece el último episodio, con una resolución tremendamente forzada y (lo que es peor) previsible.

Así que se me ha quedado mal sabor de boca. No voy a decir que Dexter es una mala serie. En absoluto. Sin embargo, todo el mundo hablaba tan bien de ella y tenía tan buena pinta que esperaba algo que rozara la genialidad. Quizá ese fue mi fallo. Pero qué le voy a hacer si de cuando en cuando me vuelvo optimista.

En cualquier caso es muy recomendable por los motivos que ya he mencionado antes. Sobre todo por Michael C. Hall. Es el puñetero amo. Sí señor.

Ya serie ya tiene segunda temporada completa y ya se ha firmado para la tercera. Espero que corrijan sus fallos y pueda decir que es la serie que podría llegar a ser...

Juanjo Millás y la huelga de guionistas.

Este tío es muy grande. Ha ganado el Planeta pero, a pesar de eso, es un gran escritor. Esta es la columna que ha publicado hoy viernes en la contra de El País. No hace falta decir más.

 

"PAN Y CINE.

No se puede vivir sin comida, claro. ¿Y sin fábulas? Quizá tampoco. Los periódicos llevan hablando con auténtica alarma de la huelga de guionistas que comenzó el lunes pasado en EE UU. Se refieren a ella como si fuera a provocar la falta de un producto esencial para la vida cotidiana. Algunos, para explicar su magnitud, recuerdan la de 1988, que duró 22 semanas y costó a la industria norteamericana 350 millones de euros. La actual podría duplicar esa cifra. Pero los números siempre esconden, o disimulan, un pánico moral. ¿Qué ocurriría si esa panda de locos -los guionistas- se pasaran un año sin inventar historias? ¿En qué nos afectaría a usted y a mí? ¿Será verdad que esta gente, al urdir los argumentos de las series de televisión, escribe también, sin que seamos conscientes de ello, el argumento de nuestra vida? ¿Es imaginable un mundo sin ficción? Definitivamente, no. Somos tan hijos de la carne y de la sangre como de las caperucitas rojas, de las blancanieves, de las madrastras, de los pulgarcitos, de los gatos con botas, pero también de las madames bovarys y de las anas ozores y de los raskolnikofs y de los batlebys, por no hablar de los soprano y de los fraziers, de los seinfelds, o de los doctores houses. Desde que el mundo el mundo, mientras unos amasan el pan que comemos por la mañana, otros urden las historias que devoramos por la noche. Estamos hechos de pan y de novelas. El problema no son, pues, los millones de euros que podría perder la industria, sino las disfunciones que en el cuerpo social provocaría un desplome brusco de la ficción. Imaginen un mundo sin cine, sin novelas, sin cómics, si series de televisión, sin culebrones; sólo realidad a palo seco, o sucedáneos de las fábulas como los que nos sirven los políticos. Ese señor tan raro que se acuesta cuando usted se levanta es guionista. Un respeto"

Qué grandes eres Juan José.  

 

Gominolas.

Gominolas.

Anteayer se estrenó, por fin, y tras meses y meses de promoción algo machacona, la nueva serie de Nacho García Velilla (la cabezita pensante que había detrás de 7 Vidas y Aída). Un proyecto con el que Globomedia ha puesto toda la carne en el asador.

La serie me dejó un gusto ambivalente en la boca. Me explico.

El estreno de Gominolas es una buena noticia por varias razones. En primer lugar por su factura. Gominolas está grabada en cine y eso es tan de agradecer que cuando me enteré casi me echo a llorar. Por fin se graba en buena calidad en España. Por fin se prescinde de la multicámara, el decorado de sainete, la sitcom americana clásica pero mal adaptada. Cámara al hombro, buena fotografía, en fin, un goce.

En segundo lugar me parece un gran paso su duración: 30 minutos. Esta es la duración lógica para una comedia, no los 45 o incluso 50 que duran tradicionalmente estos formatos en la TVs españolas. Por primera vez (que yo sepa) una cadena apuesta por la calidad del formato y no por comprar algo que le ocupe todo el prime time y le permita racanear dinero. Aplauso para Cuatro en este sentido.

Pero dicho todo esto, las cosas buenas de Gominolas, vamos a lo que me ha dejado un regusto amargo en los labios.

Básicamente (y que nadie se ofenda, que tengo amigutes escribiendo en la serie) Gominolas me parece una oportunidad desperdiciada. Todas esas ventajas que he mencionado sobre el formato no son aprovechadas. Porque al final, el guión de Gominolas, que parte de una idea bastante original (los restos fracasados de un grupo infantil de los 80, algo que se perderá si hay futuras temporadas) peca de ser igual que lo visto en Aída o 7 Vidas. 

El fallo es que el humor que puede funcionar en un decorado evidente, que hace que la narración se convierta un algo así como un teatro, cuando se echa a andar en una producción de tipo cinematográfica, no funciona tan bien. El chiste de la comida de coño y los espárragos, por ejemplo, puede funcionar dicho por el Frutero de 7 Vidas, pero visto y con una imagen realista, resulta desagradabe.

Además, alguno de los actores no dan la talla. Kira Miró está muy buena, pero no defiende bien un personaje que, por otro lado, es un poco plano. ¿Cómo es posible que tras estar casada 10 años con un ricachón no se haya dado cuenta de que es gay? Y si se ha dado cuenta, ¿por qué le hace un numerito sexy el día de su aniversario? Tampoco Fernando Tejero, en quien se cifra todo el peso de la serie, está demasiado brillante.

Ya he dicho que el personaje de Kira Miró no me acaba. Pero el resto tampoco son demasiado originales. Esto no tiene por qué ser malo, claro. Aunque sí tengo la sensación de que se juega demasiado al estereotipo. De todas maneras es pronto para hablar sobre ello, hay que dejar que los personajes evolucionen con la trama.

En cuanto al guión, también había algunos momentos algo forzados. La voz en off de la muerta me parece que no aporta demasiado y que, cuando lo hace, es para explicar cosas que deberían quedar explicadas por la acción. Pero, lo peor, creo, en este sentido es que, para una vez que a alguien le dejan hacer capítulos de 30 minutos, le sobre tiempo. En el primer episodio se metían escenas elaboradas que no hacían avanzar la acción.

En fin, tampoco quiero hacer sangre, que ya digo que tengo amiguetes guionistas allí y porque además no ha hecho más que empezar y el equipo de Gominolas ya ha demostrado que puede mantener productos de enorme éxito en parrila durante años. Así que habrá que darles el beneficio de la duda.

En cualquier caso, insisto en que me parece una buena noticia que exista una serie con este formato. Y espero que tenga éxito y la gente se acostumbre a ver series así. Aunque debería mejorar.

Vamos a ponerle un cinco sobre diez.

Que pare la maquinaria.

Que pare la maquinaria.

NOTA IMPORTANTE: SI ALGUN PRODUCTOR DE TELEVISION O CINE ESTÁ LEYENDO ESTO, QUE DEJE DE LEER AHORA, POR FAVOR. QUIERO TRABAJAR EN EL FUTURO.

Aunque parezca imposible, existe algo llamado derecho a huelga que también pueden disfrutar los guionistas de cine y televisión.

En Estados Unidos, la cuna de todo esto, han decidido ejercerlo. ¿Por qué? Por una simple razón. Porque están hasta el gorro de que los que se forran gracias a su trabajo no les den un porcentaje justo de esas ganancias.

En este caso, lo que piden exactamente es participación en los ingresos por los DVD que sus jefes vendan. Algo que parece de cajón. Ellos venden DVD´s, se forran con eso y lo lógico es que le den una pequeña parte (ínfima en realidad) a aquellos que han puesto los mimbres básicos a esos productos. Pero los productores, que son así de natural agarraillos, pues como que no quieren pasar por el aro. Así que los escritores han dicho, ¿ah, sí? Pues a ver quién escribe ahora las chorradas que vendéis.

Resultado: de momento esta semana todos los programas de TV que tienen algo de guión detrás (es decir el 99%) han cancelado y están emitiendo repeticiones. O lo que es lo mismo. Menos pasta para los productores.

Este es más o menos el resumen de lo que está pasando al otro lado del charco. Y cabe preguntarse: ¡!¿POR QUÉ ALGO ASÍ NO SUCEDE AQUÍ TAMBIEN?!!

¿Qué dices? ¿Qué es porque en España los guionistas de TV y cine están tan bien tratados que no tienen por qué hacerlo? Ooooh, no. Respuesta incorrecta.

En España el mundo del guión está un poco... cómo decirlo... como el culo. No es que esto sea como ser recolector de fresas en los invernaderos de El Ejido, pero vamos, que eso de que no nos paguen las ganancias de los DVD hasta se da por hecho.

Entonces, ¿por qué no sucede algo así?

Pues por una sencilla razón. Porque aquí no hay algo llamado sindicato. Repite conmigo: SIN-DI-CA-TO. O sea, eso que, cuando alguien te mangonea en el trabajo, pues te defiende y tal y te da cierto respaldo si quieres protestar. Sin sindicato, si protestas, tienes dos opciones. O te olvidas de lo que has dicho cinco minutos después de decirlo y sigues currando o te vas directamente a otro sitio a trabajar.¿Fácil verdad?

Quizá algún día deberíamos aprender de los yankis y montemos un sindicato y entonces podamos hacer una huelga. ¿Te imaginas?

¿Que por qué no me pongo a ello? Uy... Es que no tengo tiempo. Curro demasiadas horas extras.

¿Empiezas tú?

 

Amo a este imbécil.

Amo a este imbécil.

Este hombre es gordo, feo, egoísta, ignorante, intolerante, cateto, tonto, insensible, con unas ideas bastante despreciables, mal padre, peor marido, vago como la chaqueta de un guardia, guarro, materialista, grosero... Y sin embargo, le quiero tanto...

Para mí no cabe ninguna duda. Homer Simpson es el mejor personaje creado por la televisión. Incluso diría que es uno de los mejores personajes creados jamás. ¿Por qué? Pues porque a pesar de ser todo lo que he dicho que es, le tengo tanto cariño que hasta me da pena que no sea real, que no exista y me pueda ir con él a tomar una caña al bar de Moe.

La grandeza de este personaje es su dualidad. El hecho de que, a pesar de ser un compendio de todo lo malo que puede ser un humano, tiene siempre dentro algo de lo mejor que los humanos tienen.

Conseguir algo así es una proeza. Hommer se mueve constantemente en el filo de la navaja. Nunca es lo bastante despreciable como para que, en el fondo, no le tengas cariño. Y eso es precisamente lo que me parece tan grande de él. Que, sobre el papel, juntando todas las características de su personalidad, sea un tipejo al que no quieres tener a un radio de menos de un kilómetro de distencia y, que, sin embargo, cuando cobra vida, no puedas evitar sentir que es algo así como tu mejor amigo. Eso y por supuesto, que nadie me ha hecho reír tanto como él.

Todavía me sigue asombrando (después de años y años de ver capítulos de esta genial serie) la capacidad de hacerme reír de este tío. Su torpeza y su estupidez me han hecho pasar algunos de los mejores ratos de mi vida. Sus caídas y sus frases, cada línea de sus diálogos, son una joya. Así de simple. Todo lo que sale de boca de este personaje es una perla del humor. Y es que, simplemente, sin Homer no existirían los Simpson.

Sus creadores se dieron cuenta bastante tarde, por cierto. Hay que recordar que durante toda la primera temporada de la serie, el protagonista era Bart. Sólo a partir del segundo año Homer creció como personaje, se llenó de matices. Dejó de ser simplemente un idiota para convertirse en un retrato de todas y cada una de la miserias que todos llevamos dentro.

Y creo que es precisamente esto, el hecho de que nos veamos reflejados en él, lo que hace de papá Simpson un personaje tan extraordinario. Porque todos llevamos un Homer dentro luchando por salir. Porque todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sido miserables, egoístas o estúpidos. Y todos, como Homer, tenemos también esa parte buena que nos redime, eso que hace que al final de cada episodio le queramos más todavía. Porque, en el fondo, no es un mal tipo.

Quizá dentro de veinte años, cuando echemos la vista atrás, nos demos cuenta de todo lo que este hombre amarillo nos ha dado. Tal vez entonces digamos: "yo me crié con Homer Simpson. Homer me ha hecho ser quien soy".

O bien.

"Yo también soy Homer Simpson".

La caja tonta o algunas perogrulladas sobre la tele.

La caja tonta o algunas perogrulladas sobre la tele.

Hace poco, estando en un bar, me presentaron a alguien que me soltó una frase que me hizo pensar. Describo un pelín la situación para ponernos en contexto.

La cosa sucedió durante el festival de cine de Donosti. El tío en cuestión estaba en la ciudad para no sé qué exactamente y de paso para ver el festival (llevaba, claro, la acreditación al cuello en plena calle) El caso es que salió el tema de que trabajo en televisión y fue entonces, después de decir que no le parecía mal el programa en el que curro, cuando soltó esta sentencia:

- Claro que yo no veo la tele.

En el mundillo freaky del guión existe algo llamado subtexto. El subtexto es el mensaje que está oculto tras alguna frase que suelta un personaje. Por ejemplo, cuando un personaje está claramente enamorado de otro y dice: te odio, el subtexto es: te amo con locura.

Una vez explicado esto ya puedo lanzarme a explicar cuál era el subtexto de la frase "claro que yo no veo la tele". En este caso el subtexto era el siguiente: soy una persona brillante que está por encima de la media y que nunca se rebaja al lodalaz cultural que es la televisión, puesto que sólo gasto mi valioso tiempo visionando profundas e intensas películas iranís o eslovacas que desafían al espectador rompiendo las convenciones.

O algo parecido.

A lo que voy es que esto me hizo pensar en el desprestigio que tiene la televisión en el mundo de la cultura. ¿A qué se debe?, ¿está justificado?, ¿estoy trabajando en un lugar que convierte a la gente en zombies sedientos de productos dietéticos, cremas antiedad y politonos?

La primera idea que surgió en mi ignorante cabeza fue la perogrullada de la que hablo en el título de este post, a saber: la televisión, en sí misma, no es ni buena ni mala. No es más que un medio de comunicación como otros. Lo que puede ser malo, bueno, brillante o pura bazofia es lo que se transmite por ese medio de comunicación.

Sin embargo, la tele, per se y en determinados círculos culturales sobre todo, parece a priori culpable del delito de "envenenar" las mentes de todos aquellos que la ven. Nadie tiene semejante prejuicio contra otros medios de comunicación como la escritura o el cine, a pesar de que ambos han dado claros ejemplos de que pueden llegar a ser tan o más perjudiciales que la televisión. Quiero decir que no he escuchado a nadie diciendo:

- Yo no leo libros.

Sólo porque Adolf Hitler publicó uno llamado Mein Kampf. O bien:

- Yo no voy al cine.

Por la sencilla razón de que haya numerosos y flagrantes casos de mal cine (son tantos que no sé qué ejemplos dar. Elegid el vuestro)

Así, pues: ¿por qué tanto odio?

Quizá la respuesta más inmediata sea que la tele es tan odiada porque el número de mierdas que ha proyectado contra el mundo es superior al de otros medios de comunicación. Pero, sinceramente, no creo que ese argumento sea válido. Sólo la escritura, con sus miles de años de historia, ha regalado inumerables más casos de bazofia. Y el cine, en su corta vida, también ha provocado mucho sufrimiento a sus espectadores. Así que el odio hacia la tele no puede ser algo numérico.

¿Entonces?

Creo que la televisión es el medio de masas más importante de la historia. Y la "altura cultura" siempre ha recelado de algo que no sea exclusivo de unos pocos, de una élite. La televisión, que llega cada día a millones de personas, es una diana perfecta para los snobs.

Pero también pienso que poco a poco, este prejuicio se irá (a la fuerza) abandonando. La televisión actual, y pienso sobre todo en la estadounidense, cuya influencia espero que llegue cuanto antes a España, tiene una calidad bastante mayor que el cine. Es algo ya sabido por muchos, pero series como Los Soprano, A dos metros bajo tierra, El ala oeste de la Casa Blanca y otras tantas son, hoy por hoy, lo más brillante del mundo audiovisual.

Así que la pregunta definitiva debería ser: ¿cuándo dejara la televisión de ser, de una vez por todas, la hermana fea, el amigo del que te avergüenzas?

¿Cuándo dejará la gente de decir, para defenderse, "yo es que no veo la tele"?

El éxito de Escenas de matrimonio o el Teorema de Pepa y Avelino.

El éxito de Escenas de matrimonio o el Teorema de Pepa y Avelino.

Sorpredente, incomprensible, en contra del sentido común... Estos son algunos de los calificativos que se me ocurren para describir el éxito de ese programa llamado Escenas de Matrimonio, de Telecinco.

Porque sí, amiguitos, lo queramos o no, "las matrimoniadas" de la productora de don Jose Luis Moreno son el programa de televisión más visto (o uno de los tres más vistos) cada día desde mediados de agosto.

Ante esto, la pregunta es: ¿cómo es posible que un programa basado en un sentido del humor tan zafio, tópico, antiguo, casposo y cutre arrase en las pantallas? ¿Qué ha pasado para que algo así suceda? ¿Por qué ha conseguido retrasar el estreno de la tercera temporada del programa de moda, usease, Camera Café?

Quizá sólo existan dos misterios mayores que este en el mundo: el origen del universo y el por qué del gran éxito de audiencia de la extinta serie de Ana Obregón "Ana y los Siete".

Para quien no la haya visto, Escenas de matrimonio consiste (y no exagero) en tres matrimonios de distintas edades poniéndose verdes los unos a los otros. Y ya está. No hay tramas, no hay evolución de personajes, no hay conflicto más allá del insulto más o menos creativo. Por no haber no hay ni chiste.

Y es que los chistes de Escenas de matrimonio son tan malos que en muchas ocasiones cuesta percatarse de su existencia.

Entonces, si es tan estúpida y prescindible, ¿por qué arrasa en los índices de audiencia? ¿Acaso todo el mundo se ha vuelto estúpido de repente? ¿Acaso los ultracuerpos han comenzado a cambiar seres humanos por vegetales extreterrestres?

No. ¿Entonces?

Lanzo mi hipótesis, o como ya habéis leído, mi teorema de Pepa y Avelino.

Creo que a la gente le gusta esta serie por varios motivos. En primer lugar, su bajo o nulo nivel de exigencia de cara al espectador. En la serie no sucede absolutamente nada y cuando no sucede absolutamente nada no hace falta de prestar atención. En segundo lugar, el recurso a la guerra de sexos (de la manera más simplona y tópica, sí, pero guerra de sexos en fin), es y será por siempre efectivo. Y, por último, el gusto hispánico por el griterío, el sainete y el esperpento (no el de Valle Inclán, off course) Es decir, "dales un par de gritos y reirán hasta orinarse en la ropa interior".

En fin. Esta es mi pequeña hipótesis. Sé que es incompleta y que no explica de todo el fenómeno. Pero sí, amigos, yo también me siento realmente confundido por el triunfo de este pequeño engendro.

Dad vuesta opinión si os place.

Que alguien atropelle a este puto erizo.

Que alguien atropelle a este puto erizo.

Sí amigos, sí. Habéis visto visto bien. Este es el puto erizo de los anuncios de Génesis Seguros. Un bicho que merece ser torturado hasta la muerte de la manera más cruel, lenta y dolorosa posible.

En general odio los anuncios con animalitos y que pretenden ser graciosos (ejemplo: el auncio ese del coche en que los perros hablan sobre el nuevo amigo de su dueño, pa matarlos también), pero lo del puto erizo este es demasiado para mí. Si alguien lo ve por la calle que acelere y lo pise con el coche, por favor. Ese caroncete no merece nada mejor.

Y yo os estaré enternamente agradecido.

Una serie sobre nada.

Una serie sobre nada.

Ultimamente estoy volviendo a ver (tras pago previo del precio de algunos packs de dvd que cuya compra recomiendo) esa maravilla que es Seinfeld. Sin duda, la sitcom de más éxito de la historia de la televisión.

El caso de Seinfeld es una hermosa excepción. Hay que tener en cuenta que es una ficción muy poco convencional que nada tiene que ver con series al uso (véanse Urkeles, Padres forzosos,etc) Una serie que se basa en sacar punta a las menudencias de la vida cotidiana. A esos pequeños detalles que hacen alforar al neurótico que llevamos dentro. Trama imposibles como un concurso de "a ver quién dura más sin masturbarse", personajes inolvidables (siento predilección por el alopédico George Constanza, ruin perdedor y antihéroe donde los haya) y risa a gogo. Las antípodas de la usual y aburrida por convencional teleserie americana.

He querido que esta sea la primera serie de la que hablo porque, aunque quizá no sea la mejor, sí es la más original, la más marciana y la más divertida de cuantas series haya habido en el mundo. Qué suerte tienen en los USA que pueden permitirse hacer cosas así.

Quien no la haya visto, que le dé una oportunidad.

Seguro que si sigo con esto del blog un tiempo más vuelvo a hablar de ella.